Transición Energética en la Cuerda Floja: El Reto de Integrar Renovables sin Desestabilizar la Red Eléctrica

El cierre de centrales convencionales, unido a la variabilidad de la eólica y solar, exige soluciones urgentes para mantener el equilibrio y la seguridad del suministro.
Cuando una sociedad se enfrenta a sucesos inéditos, los responsables políticos y técnicos deben responder con rapidez y claridad. La responsabilidad que asumen exige que se formulen tres preguntas fundamentales:
¿Qué ha sucedido?, ¿por qué ha sucedido?, ¿y qué debemos hacer para evitarlo?
Aunque estas preguntas parecen simples, con frecuencia las respuestas llegan tarde o son confusas. Tras un evento crítico, en lugar de transparencia, la reacción suele ser desinformar, generar incertidumbre y buscar culpables, sin afrontar la raíz del problema.
En el ámbito energético, hace años que se advierte sobre la situación crítica a la que se enfrenta nuestro sistema eléctrico. Las causas principales incluyen:
- Un exceso de potencia instalada renovable sin capacidad de gestionabilidad.
- El descenso sostenido de la demanda de energía.
- La eliminación de mecanismos de capacidad.
- El cierre progresivo de centrales térmicas.
- El plan de cierre de las centrales nucleares.
Es importante aclarar que este análisis no pretende culpar a las energías renovables, sino evaluar los efectos físicos y técnicos que se derivan de una política de integración mal planificada.
Las energías renovables son fundamentales para la descarbonización y la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, como técnicos, nuestra responsabilidad es buscar el equilibrio entre tecnologías. Todas las fuentes de generación deben operar de forma coordinada y complementaria, aprovechando las fortalezas de cada una, sin excluirse mutuamente.
En España, la generación renovable ha alcanzado niveles récord, llegando a cubrir hasta el 65% de la demanda en momentos concretos. Sin embargo, dado que la solar y la eólica son tecnologías variables y dependientes del clima, pueden convertirse en factores desestabilizadores de la red si no se gestionan adecuadamente.
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Reducción de la inercia del sistema
Las plantas convencionales (térmicas y nucleares) emplean generadores síncronos que aportan inercia al sistema eléctrico, lo que ayuda a estabilizar la frecuencia en caso de desequilibrios.
Por el contrario, las tecnologías renovables modernas, como la solar fotovoltaica y la eólica (con aerogeneradores de velocidad variable conectados a través de electrónica de potencia), no aportan inercia natural.
Esto vuelve al sistema más vulnerable a perturbaciones, ya que la frecuencia puede oscilar más rápidamente. En ciertos casos, estas plantas deben incluso desacoplarse de la red según la normativa vigente.
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Variabilidad e incertidumbre
Las renovables dependen de recursos naturales intermitentes (sol y viento), lo que introduce incertidumbre y dificulta la planificación operativa. Por ello, los operadores del sistema deben reforzar:
- La reserva operativa, preferiblemente mediante generación flexible o sistemas de almacenamiento.
- La capacidad de previsión (forecasting), para anticipar la producción y gestionar el equilibrio entre oferta y demanda.
Reflexión final
Una alta penetración de energías renovables mejora la sostenibilidad y reduce emisiones, pero también introduce complejidades en la operación del sistema eléctrico. Se requiere más automatización, control avanzado, almacenamiento, redes inteligentes y marcos regulatorios adaptados. El reto está en manos de quienes toman las decisiones.