El tope del gas es una medida que ha entrado en vigor con el objetivo de reducir el precio de la electricidad en el mercado mayorista. Esta medida entró en vigor el 15 de junio de 2022 y al no ser que se interrumpa antes, durará hasta el 31 de mayo de 2023. Vamos a explicarte en qué consiste este tope de precio establecido mediante real decreto ley y cómo afecta a la factura de la luz.

¿Qué es el tope del gas?

El sistema por el que se fijan los precios de la electricidad es marginalista, esto quiere decir que el precio del último kWh necesario para producir la energía eléctrica es el que decide el precio total. Por eso, cuando es necesario utilizar la tecnología más cara como es el gas, genera un impacto en el precio que se traslada al de toda la energía que se ha negociado para una hora en concreto.

Para evitar que se produzca una escalada de precios descontrolada cuando se utiliza gas para la generación eléctrica, se ha impuesto este tope del precio del gas. Está establecido en 40 euros/MWh y a partir del sexto mes desde que entró en vigor, el tope va a ir subiendo de 5 en 5 euros hasta llegar a los 70 euros/MWh. Además, va acompañado de una compensación a las productoras de gas que equivale a la diferencia entre el precio máximo de tope impuesto y lo que deberían cobrar realmente. Esta compensación se ha establecido que la pagan todos los usuarios del mercado eléctrico en su factura.

Cómo afecta a tu factura de la luz

El tope del gas afecta a tu factura eléctrica de dos maneras:

• Reduciendo el precio del kWh en el mercado mayorista, al tener un máximo de precio que puede alcanzar el gas, y por lo tanto las demás energías.
• Aumentando el importe de la factura con un nuevo concepto que sirve para compensar el importe restante del gas utilizado para la generación eléctrica. Es un importe variable en función del consumo que se haya realizado. Y se aplica a todos los usuarios que tengan una tarifa de PVPC y a aquellos que tengan una tarifa con precio fijo renovado en los últimos meses.

Con el tope del gas se consigue que el resto de tecnologías que participan en la generación eléctrica no se vean afectadas por el precio del gas más allá del tope establecido. Por lo tanto, el gas se sigue pagando a su precio real, pero no arrastra su precio al resto de tecnologías.